Con la muerte del papa Francisco, anunciada por el Vaticano el lunes, la Iglesia católica romana iniciará elaborados rituales impregnados de tradición que marcan el final de un papado y conducen al comienzo del siguiente.
La mayoría de ellos se rige por una constitución conocida como Universi Dominici Gregis (“) aprobada por el papa Juan Pablo II en 1996 y revisada por el papa Benedicto XVI en 2007 y 2013.
Protocolo
Un cardenal conocido como camarlengo, actualmente el cardenal irlandés-estadounidense Kevin Farrell, dirigirá los asuntos ordinarios de la Iglesia católica romana, de casi 1,400 millones de miembros, durante el periodo conocido como “sede vacante”.
El camarlengo confirma oficialmente la muerte del papa, un asunto sencillo que hoy en día requiere la intervención de un médico y un certificado de defunción. Hasta algún momento del siglo XX, esto se hacía ritualmente golpeando tres veces la frente del papa con un martillo de plata.
El camarlengo y tres asistentes elegidos entre los cardenales menores de 80 años, conocidos como cardenales electores, deciden cuándo se llevará el cuerpo del papa a la Basílica de San Pedro para que el público presente sus respetos.
También se aseguran de que el “Anillo del Pescador” del papa y su sello de plomo se rompan para que no puedan ser utilizados por nadie más. No se realiza ninguna autopsia.
El camarlengo cierra y sella la residencia personal del papa. En el pasado, ésta se encontraba en apartamentos del Palacio Apostólico, pero Francisco vivía en una pequeña “suite” de la hospedería vaticana conocida como Santa Marta.
El camarlengo y los demás cardenales no pueden tomar decisiones importantes que afecten a la Iglesia, ni cambiar sus enseñanzas. Los jefes de la mayoría de los departamentos vaticanos dimiten hasta que el nuevo papa los confirme o sustituya.
Los ritos de duelo duran nueve días y la fecha del funeral y el entierro la decidirán los cardenales. El documento Universi Dominici Gregis dice que deben comenzar entre el cuarto y el sexto día después de su muerte.
Funeral papal
El papa Francisco, que rehúye gran parte de la pompa y el privilegio de liderar la Iglesia católica mundial, modificó y simplificó los ritos funerarios papales en 2024.
Se espera que la misa funeral se siga celebrando en la plaza de San Pedro, pero a diferencia de muchos predecesores, Francisco pidió ser enterrado en la Basílica de Santa María la Mayor de Roma para estar cerca de su icono favorito de la Virgen.
Francisco también pidió ser enterrado en un sencillo ataúd de madera, a diferencia de sus predecesores, que fueron enterrados en tres ataúdes entrelazados de ciprés, plomo y roble.
Pidió que su cuerpo no se expusiera sobre una plataforma elevada, o catafalco, en la basílica de San Pedro para que lo vieran los visitantes de Roma, como ocurrió con los papas anteriores.