La inversión accesible está cambiando la manera en que pensamos el ahorro en México. En un país donde millones de personas quedan fuera del sistema financiero por su nivel de ingresos o por no contar con historial bancario, esta nueva visión busca convertir la inversión en una herramienta de inclusión y equidad.
El problema de la exclusión financiera en México
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Inclusión Financiera 2024, solo el 3.4 % de los mexicanos utiliza instrumentos de inversión formal, una cifra alarmante que revela el nivel de exclusión. A esto se suma el 36.6 % de la población que aún recurre al ahorro informal, como tandas o dinero guardado en casa.
Este escenario pone en evidencia que la inversión ha sido vista históricamente como un privilegio. Norman Hagemeister lo expresa con claridad: “No podemos hablar de inclusión financiera si seguimos diseñando productos para quienes ya están dentro.”
Democratizar el acceso: más allá de la estrategia financiera
La inversión accesible no es solo una estrategia comercial; es una declaración de principios. Invertir desde $100 pesos abre la posibilidad de participación a quienes han sido históricamente marginados: jóvenes sin historial, madres solteras con ingresos irregulares y migrantes que envían remesas.
“Invertir no es solo para crecer el capital, también es para ganar confianza y autonomía”, asegura Hagemeister. Este tipo de propuestas redefine el papel del ahorro como una acción de empoderamiento individual y colectivo.
Educación financiera: la base del cambio estructural
Una parte fundamental de este enfoque es la educación financiera digital, que va de la mano con las plataformas accesibles. Contenidos claros, didácticos y culturalmente pertinentes permiten que personas sin experiencia previa entiendan cómo y por qué invertir.
Además, eliminar la necesidad de montos mínimos altos o historial crediticio reduce significativamente las barreras de entrada.
Una puerta abierta hacia un sistema financiero inclusivo
La apuesta por la inversión accesible ya está dando frutos en espacios como universidades, comunidades rurales y colectivos migrantes. Se trata de una transformación silenciosa pero profunda, donde el ahorro se convierte en una herramienta de movilidad social.
Como dice Hagemeister: “Hay que abrir la puerta, pero también hay que salir a invitar. La inversión accesible no es solo una solución técnica, es un acto de justicia financiera.”