Los bombardeos atómicos de Hiroshima y Nagasaki ordenados por el entonces presidente de los Estados Unidos, Harry S. Truman, contra el Imperio del Japón los días 6 y 9 de agosto de 1945, dejaron un saldo de 120 mil personas muertas y 130 mil heridas. Hacia finales de 1945, las bombas habían matado a 246 mil personas, sin embargo, sólo la mitad falleció los días de los bombardeos.Entre el 15 y 20 % murieron por lesiones o enfermedades atribuidas al envenenamiento por radiación.
A diferencia de las bombas convencionales, la bomba atómica emitió cantidades masivas de radiación que infligieron graves daños. Al penetrar profundamente en los cuerpos, las células dañadas por la radiación y la sangre alterada disminuyeron la función de generación de sangre de la médula ósea dañando los pulmones, hígado y otros órganos.