México 29 octubre._ El festejo del Día de Muertos es una de las celebraciones más esperadas por los mexicanos, sobre todo por la colocación de las ofrendas para difuntos, que se caracterizan por los colores, olores y hasta los sabores nacionales.
Sin embargo, esta costumbre de poner altares de muertos como la conocemos actualmente no existía en el México prehispánico; sino que más bien eran ofrendas dedicadas a los dioses, como Tláloc, Huitzilopochtli, Mictlantecuhtli o Tezcatlipoca.
“El culto a los muertos viene desde épocas prehispánicas, porque se hacían rituales a lo largo del año. La idea de ofrendar a los muertos en las culturas indígenas se asocia con la época agrícola para que ayuden a los hombres a tener buenas cosechas; eran ciclos que comenzaban con la siembra, luego la cosecha, la recolección y la época de secas; era como un ciclo de vida y muerte a lo largo del año”, afirmó Diana Martínez Yrizar, académica del Instituto de Investigaciones Antropológicas (IIA) de la UNAM.
Tumbas
Agregó que en las excavaciones se han encontrado dentro de las tumbas de los señores nobles piedras preciosas, artefactos, sirvientes y hasta perros, quienes ayudaban a cruzar al difunto por un río para llegar al lugar que le correspondía habitar, por la forma en que había fallecido.
“Ofrendar en los días de los fieles difuntos viene de la tradición española y se introduce a México con la religión católica, en la Conquista. En España les rezaban porque se creía que sus almas pedían permiso para venir en días especiales, entre los meses de septiembre y noviembre, para luego irse de nuevo”, sostuvo Ana Bella Pérez Castro, directora del IIA de esta casa de estudios.
Para recibir a los fieles difuntos, dijo, los españoles colocaban pequeños altares con pan de trigo, veladoras y lámparas de aceite para iluminar su camino, así como sal y agua para quitarles la sed durante su trayecto a casa.