En 2015, Estados Unidos colaboró con el YPG kurdo para luchar contra el Estado islámico y la contribución kurda fue decisiva. Tras la primera declaración sorpresa del presidente Trump de retirar las fuerzas estadounidenses de Siria, el jefe de Estado Mayor Mattis renunció. Los países occidentales comprometidos en la lucha contra el Estado islámico habían insistido en que esta evacuación no debía tener lugar, ya que pondría en peligro a la población kurda en Siria. El presidente Trump aplazó su decisión. Lo ha hecho de nuevo y ha decidido retirar las tropas estadounidenses de la frontera sirio-turca, dando así luz verde a la invasión turca.

Para Erdogan, una entidad turca autónoma debe ser eliminada a toda costa. La intención declarada de Erdogan es colocar a 2 millones de refugiados sirios en esta «zona de seguridad» fronteriza, reduciendo aún más el territorio de la Rojava y la continuidad territorial kurda. En la propia Turquía, los 16 millones de kurdos están sujetos a medidas discriminatorias.

El ataque turco cuenta con el apoyo de las fuerzas antigubernamentales sirias apoyadas por Turquía. Erdogan espera crear una división entre las poblaciones árabe y turca en el norte de Siria y en particular entre las fuerzas kurdas del YPG y las fuerzas árabes que se han unido al YPG dentro de las fuerzas democráticas sirias para luchar contra el Estado islámico.

Las capacidades militares de YPG son limitadas frente a la fuerza de fuego de la artillería turca. Cientos de miles de kurdos se están retirando de la zona de combate y la crisis humanitaria empeora día a día.

Es muy posible que el Estado islámico aproveche el caos actual para reconstituirse y liberar a los miles de prisioneros que están bajo vigilancia kurda en Rojava.

Las fuerzas armadas sirias y las milicias chiítas controladas por Irán están reforzando sus posiciones en el este de Siria con vistas a tomar posesión de los pozos petrolíferos Deir ez-Zour. En las últimas tres semanas se han celebrado allí manifestaciones antiiraníes. A falta de apoyo estadounidense, los kurdos han pedido al ejército sirio -que goza de protección rusa- que refuerce indirectamente a las milicias iraníes en la región.

Las fuerzas kurdas del PKK que operan clandestinamente en el Kurdistán iraquí pueden aumentar sus ataques contra Turquía. Existe cierta complicidad entre el YPG y el PKK. Con toda probabilidad, la invasión desencadenará la movilización de las poblaciones kurdas.

Trump también dijo que no actuaría si el ataque turco se mantenía dentro de ciertos límites sin especificarlos. Impuso las primeras sanciones económicas. Es probable que el Congreso de los Estados Unidos -incluidos los representantes republicanos- apoye nuevas sanciones económicas contra Turquía.

Erdogan amenaza con inundar Europa de refugiados sirios si se imponen sanciones económicas a Turquía. Algunos países de la Unión Europea, entre ellos Francia, Italia, Alemania y Canadá, han decidido dejar de vender ciertas armas a Turquía.

Rusia, que está soplando frío y calor hacia los kurdos para hacer que Turquía cumpla con sus demandas y mantenerla alejada de los Estados Unidos, ha vetado la propuesta de resolución estadounidense en el Consejo de Seguridad; Rusia tiene las manos libres para imponer la solución que le convenga sobre el terreno.

Hay pocas posibilidades de encontrar una solución diplomática a la crisis actual. La ventaja de la presencia norteamericana, que en gran medida ha permitido contener a Irán, frenar a Turquía, luchar contra el Estado islámico, proteger a los kurdos y a los opositores sirios a la dictadura del Presidente Assad y tranquilizar a los países árabes, ha sido desaprovechada.

Más grave aún es la pérdida de confianza de los amigos de Estados Unidos que ven a este inmenso país traicionar a un aliado. Al poner en duda la fiabilidad de Estados Unidos, Trump deconstruyó el orden mundial que se había mantenido desde la Segunda Guerra Mundial. A pesar de sus deficiencias, este orden mundial ha garantizado una cierta coherencia y un equilibrio relativo en las relaciones internacionales. Todos los países del mundo sufren esta situación, incluidos los Estados Unidos.

Turquía está más aislada que nunca a nivel internacional y su economía se debilitará sin duda alguna.

A lo largo de la historia, los kurdos han sufrido especialmente el cinismo de las alianzas geopolíticas, de las que han sido víctimas. A pesar de sus diferencias, los gobiernos de la región están trabajando juntos para sofocar la campaña de autonomía kurda en Turquía (16 millones), Siria (2,5 millones), Irak (6 millones) e Irán (8 millones). Los kurdos no son optimistas sobre el alto el fuego temporal recientemente negociado cuando están atrapados entre el martillo sirio y el yunque turco.

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