Los ocho títulos del acervo de Filmoteca UNAM que conforman este ciclo son Doña Bárbara (1943) y La mujer sin alma (1944), de Fernando de Fuentes; Amok (1944), de Antonio Momplet; La mujer de todos (1946), de Julio Bracho; Enamorada (1946), de Emilio Fernández; Que Dios me perdone (1948), de Tito Davison; Maclovia (1948), de Emilio Fernández; y Doña Diabla (1950), de Tito Davison.
También se exhibirán películas del acervo de la Cineteca Nacional como El peñón de las Ánimas (1943), de Miguel Zacarías; La diosa arrodillada (1949), de Roberto Gavaldón; y Río escondido (1948), de Emilio Fernández.
Complementan este ciclo dedicado a María Félix French Can, Can (Francia, 1955), de Jean Renoir y Tizoc (1957), de Ismael Rodríguez.
El poeta y ensayista, Premio Nobel de Literatura en 1990, Octavio Paz, afirmó acerca de la personalidad de María de los Ángeles Félix Guereña que “hay una diferencia entre los mitos de ayer y los de hoy; la ninfa se convierte en constelación por voluntad de Zeus, mientras que la María Félix que todos conocemos es el resultado de lo que hizo con ella misma, con su cuerpo y con su cara, con su alma y con su vida, una muchacha de la clase media mexicana. Todos sabemos que María pertenece a la raza de las divas y los ídolos. Subrayo que esa raza es una estirpe no de la sangre sino del talento o, más exactamente, del genio. Uso esta palabra en su primer sentido, que denota el carácter de cada uno, ese conjunto de disposiciones y tendencias innatas que forman el núcleo de lo que somos. Genio y gen viene de engendrar. Sólo que no basta el genio: hace falta la voluntad y la imaginación. Cada hombre, al nacer es una promesa de ser; para cumplirla cada uno debe, en mayor o menor grado, hacerse a sí mismo. Tarea que exige imaginación y voluntad; la primera nos muestra la imagen de lo que podríamos ser, la segunda nos da la posibilidad de realizar aquello que imaginamos. María Félix nació dos veces: sus padres la engendraron y ella, después, se inventó a sí misma”.