Los Incunables y la Colección mexicana, memoria viva de nuestra historia bibliográfica.
Se encuentran en el Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional de México, el cual es una cápsula del tiempo que nos muestra cómo era esa entidad hasta 1920. La sala fue inaugurada en 1993, obra del arquitecto Orso Núñez, y fue pensada como un auditorio.
Para explicar –y rápido– qué es el Fondo Reservado de la Biblioteca Nacional de México (BNM) podríamos decir que es una cápsula del tiempo que nos muestra cómo era esa entidad hasta 1920, refiere Alberto Partida Gómez, responsable de dicho acervo, el cual se divide en: obras raras y curiosas, fondo de origen, archivos y manuscritos, y colecciones especiales.
De entre las colecciones del Fondo son dos las que más llaman la atención: la Mexicana, por ser un retrato vivo del pensamiento de la Nueva España y por estar en una de las salas más hermosas de la Universidad, y la de Incunables, por tratarse de objetos que nos remiten a un momento único de la historia en el que los textos dejaron de ser copiados a mano, pero pese a ese avance tecnológico aún estaban lejos de parecerse al libro moderno.
Decía Borges que, de entre todos los objetos creados por el hombre, el más asombroso es el libro, pues mientras los demás son extensiones de su cuerpo, como el telescopio lo es de la vista, éste lo es de la memoria. Por ello la BNM –nacida en 1867 por decreto de Benito Juárez y en custodia de la UNAM desde 1929– ha establecido como su misión el ser divulgadora y guardiana justo de eso: de la memoria bibliográfica de México.



