Cuando el jefe de una familia rural migra, la carga laboral de la mujer se incrementa, adquiere mayor visibilidad, una autonomía restringida, pero con altos costos personales.
Así lo expresó Brenda Duarte Rivera, posdoctorante de la Secretaría de Ciencia, Humanidades, Tecnología e Innovación, en el Centro de Investigaciones Interdisciplinarias en Ciencias y Humanidades de la UNAM, al participar en el Seminario Permanente de Migración, Género y Trabajo, organizado por el Instituto de Investigaciones Económicas.
Realiza un proyecto de investigación en el Valle del Mezquital, Hidalgo, donde efectuó ocho entrevistas, en 2017, en Tizayuca, Actopan e Ixmiquilpan; y 41 más en esta última localidad en 2019 y 2020. Los primeros hallazgos los compartió en su presentación “Las que se quedan: Migración masculina y carga laboral femenina en el México rural”.
Detalló que la migración de hombres de esa región hacia Estados Unidos inició con el programa Bracero, pero tuvo un boom a partir de 1990. Las personas migrantes ejercen trabajos relacionados con la agricultura, construcción, servicios y labores domésticas. Sus principales destinos son: Florida, Tennessee, Texas, Nevada, Georgia, Carolina del Norte y Carolina del Sur
La migración del jefe del hogar no se puede lograr sin el respaldo de su familia; es decir, es una estrategia para diversificar riesgos y maximizar ingresos. Esto genera que ellas asuman labores de producción agrícola, ganadera y la administración de pequeños negocios.



