Aunque la conversación sobre VIH se ha ampliado, todavía hay dudas que frenan la prevención y retrasan diagnósticos: desde cómo se transmite hasta qué significa realmente vivir con el virus.
El Día Mundial del SIDA no solo recuerda a quienes se fueron, también pone en foco lo que sigue pendiente: más pruebas, información clara y una respuesta de salud que llegue a todos, sin miedo ni prejuicios.
El VIH (virus de la inmunodeficiencia humana) es un virus que ataca ciertas células del sistema inmunológico, especialmente los linfocitos CD4, que son clave para defendernos de infecciones.
Con el tiempo, si no se trata, el virus debilita las defensas del cuerpo y deja a la persona más vulnerable ante enfermedades que normalmente no causarían problemas graves. Así lo explica el portal oficial de salud pública de Estados Unidos HIV.gov.
Si no se recibe tratamiento, el VIH puede avanzar a SIDA (síndrome de inmunodeficiencia adquirida), el SIDA es la etapa más avanzada de la infección, cuando el sistema inmune ya está gravemente dañado. Médicamente, se diagnostica cuando el conteo de CD4 baja a menos de 200 células por milímetro cúbico o cuando aparecen infecciones oportunistas graves.
En esta fase, la persona puede enfermar con facilidad y sin tratamiento, el pronóstico empeora notablemente; sin embargo, hoy el escenario es distinto al de décadas atrás. Con terapia antirretroviral (TAR), incluso una persona que llegó a una fase avanzada puede estabilizarse y recuperar defensas.
No existe una cura definitiva para el VIH, pero sí un tratamiento altamente efectivo, la TAR consiste en tomar medicamentos diarios que impiden que el virus se multiplique. Cuando se toma de forma correcta, reduce la carga viral a niveles indetectables.
En ese estado, la evidencia científica es clara: una carga viral indetectable equivale a no transmitir el virus por vía sexual. Este principio se conoce como I=I (indetectable = intransmisible) y está respaldado por la HIV.gov.



