El aguinaldo cae como una lluvia esperada, pero para muchos se evapora antes de tocar el suelo. Lo que debería ser alivio se convierte en estrés y el recordatorio anual de que la estabilidad financiera no se logra con un ingreso extra una vez al año.
Entre 20 y 25 millones de personas recibirán ingresos adicionales por prestaciones laborales. Es una buena noticia, pero también un espejo de nuestras carencias: siete de cada diez hogares lo destinarán a pagar deudas o gastos inmediatos; dos de cada diez lo usarán para regalos, y apenas una minoría logrará ahorrar.
Según el INEGI y la Comisión Nacional Bancaria y de Valores, solo el 32% de los adultos en México comprende conceptos financieros básicos como activos, pasivos o inversión. ¿Cómo construir libertad y crecimiento sin entender el idioma del dinero?
La educación financiera no es un lujo, sino un antídoto. El aguinaldo, símbolo de recompensa, refleja también lo que no estamos atendiendo: formar hábitos que generen salud financiera y reduzcan el estrés económico que afecta a millones.
El costo invisible de “no me alcanza”
El estrés financiero no aparece en los indicadores de desempeño, pero corroe desde dentro. Estudios de PwC y Willis Towers Watson muestran que más del 60% de los empleados en América Latina siente que sus preocupaciones económicas afectan su concentración y salud mental.



