El emprendedor francés Dagobert Renouf decidió financiar su boda de una manera poco convencional: vendiendo espacios publicitarios en el traje que usaría el día de su matrimonio.
A través de esta estrategia, Renouf consiguió que 26 startups pagaran por colocar sus logotipos en su esmoquin, recaudó alrededor de 10 mil dólares, gastó 5,500 dólares en la confección del traje y afrontó unos impuestos de 2 500 dólares por los ingresos generados por esta campaña publicitaria.
Su historia ha dado la vuelta al mundo y plantea preguntas interesantes sobre el equilibrio entre lo personal, lo comercial y lo simbólico en los eventos tradicionales.
Dagobert Renouf, con experiencia como emprendedor, reconoció que los costos de una boda tradicional se habían vuelto excesivos. Ante la factura que suponía su ceremonia, ideó una solución creativa: consideró su traje nupcial como un lienzo publicitario. Según los medios, propuso la idea a una red de startups y consiguió que 26 de ellas aceptaran financiar su boda a cambio de colocar sus logotipos en el traje.
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