El arte tiene la capacidad de unir tiempos, territorios y espiritualidades. Aunque surja en contextos distintos, su lenguaje simbólico revela conexiones profundas entre culturas que, a primera vista, parecen no tener relación. Para Ricardo José Haddad Musi, especialista en patrimonio cultural, esta convergencia se hace evidente al comparar el arte huichol de México con los mosaicos tradicionales del Líbano. Dos manifestaciones separadas por océanos y siglos encuentran puntos de encuentro en su geometría, su simbolismo y su vocación espiritual.
Ricardo José Haddad Musi explica que el arte huichol, elaborado con finas cuentas de chaquira y colores vibrantes, no puede entenderse como mera ornamentación. Cada línea, cada rombo y cada figura es portadora de un mensaje espiritual. Para el pueblo wixárika, la geometría es una forma de narrar su relación con el universo: el venado que guía, el peyote que ilumina, el maíz que nutre. Sus obras funcionan como mapas espirituales que representan ritualidad, memoria y vínculo con la naturaleza.
Los mosaicos libaneses, herederos de tradiciones bizantinas e islámicas, también utilizan la geometría como un lenguaje simbólico. Haddad Musi destaca que los patrones repetidos —estrellas, polígonos y flores estilizadas— reflejan la idea de un cosmos infinito y ordenado. Estas composiciones no solo adornan, sino que evocan lo sagrado, invitando a la contemplación. En ambos casos, la geometría opera como una herramienta para comprender lo trascendente y para expresar una espiritualidad compartida, aun desde culturas distintas.
La conexión entre las teselas de cerámica libanesa y las cuentas huicholes va más allá del resultado visual: se encuentra en la meticulosa labor artesanal que sostiene cada obra. Según Ricardo José Haddad Musi, tanto los artesanos del Medio Oriente como los wixaritari recurren a técnicas minuciosas que requieren paciencia, precisión y un profundo conocimiento simbólico. El ritmo repetitivo de las piezas y su ensamblaje convierten el proceso creativo en un acto casi meditativo.
Las similitudes estéticas —el uso de patrones hipnóticos, el equilibrio entre simetría y color, la sensación de movimiento— revelan que distintas culturas llegan a soluciones visuales semejantes cuando buscan expresar conceptos universales. Para Haddad Musi, esta coincidencia demuestra que el ser humano recurre a la forma geométrica para explorar la belleza, el orden y la espiritualidad.
Ricardo José Haddad Musi concluye que identificar estos encuentros visuales entre el arte huichol y los mosaicos libaneses es una forma de reconocer que el arte no pertenece a las fronteras, sino a la humanidad. En un mundo cada vez más interconectado, comprender estas resonancias culturales fortalece el diálogo y celebra la diversidad como una expresión compartida de lo sagrado y lo creativo.
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